Entiendo
que somos aves de paso en esta vida, la vida poco a poco te va dando lecciones
en su debido momento, no poseo la suficiente capacidad para cuestionar sus
acciones, pero sé que lo mejor es aceptar lo ocurrido por más difícil que
parezca.
Seguramente,
en estos momentos te encuentres con mi padre en algún lugar de este incierto
universo.
Me
duele tu ausencia, porque fue repentina, aún no me había preparado para tu partida,
ni siquiera se me cruzaba la idea por mi mente, debo admitir que para el resto
de tu vida aún tenía planes.
Me
parece increíble que ya no salgas corriendo y saltando cada vez que llegaba de
trabajar o de algún lugar; me parece increíble que ya no vayas a buscar tu
pelota y vengas para hacerte jugar; me parece increíble que ya no me esperes
para irnos a dormir, me parece increíble que ya no recuestes tu cabecita en mi
brazo como mi hijita que fuiste, me parece increíble que cada vez que toquen el
timbre, ya no salgas despavorida ladrando a la puerta para ver ¿quién es?, me parece increíble que cada vez que tenía que
salir ya no te diga “espérame, ya vengo”.
Es
simplemente increíble recordarte y asimilar la idea que ya no estas con
nosotros.
Hoy
se cumple una semana de tu partida y aun no asimilo por completo tu partida, sé
que ya te fuiste, sé que dejaste tu cuerpo físico, sé que estas descansando en
paz, pero aun no me acostumbro a no verte todos los días.
Solo
me queda aceptar tu partida, sé que es el ciclo de nuestra realidad, todos en
algún momento partimos hacia algún lugar y por más doloroso que sea el momento,
lo tengo que aceptar y dejar que todo fluya.
Ahora
te digo: “espérame, ya iré en algún momento” porque tengo la firme esperanza de
que en algún momento te vuelva a tener en mis brazos y engreírte como lo solía
hacer.