“Voy a decirte algo que tú ya sabes, el mundo no es todo alegría y color, es un
lugar terrible y por muy duro que seas, es capaz de arrodillarte a golpes y
tenerte sometido permanentemente, sino se lo impides ¡ni tú… ni
yo… ni nadie golpea más fuerte que la vida! pero no importa lo fuerte que
golpeas si no lo fuerte que pueden golpearte y lo aguantas mientras avanzas,
hay que soportar sin dejar de avanzar así es como se gana. Si tú sabes lo que vales, ve y consigue lo
que mereces. Tendrás que soportar los golpes y no puedes
estar diciendo que no estás donde querías estar por culpa de él, de ella ni de
nadie. Eso lo hacen los cobardes y tú no lo eres, eres capaz de todo”.
El dialogo redactado anteriormente, que sin
duda es una lección de vida resumida en ocho líneas, le pertenece a Rocky
Balboa interpretado por Sylvester Stallone en la película Rocky VI, en aquella
escena, el hijo de Rocky, culpa a su padre por lo que le sucede en su vida. La
respuesta del semental italiano es, a opinión personal, uno de los mejores diálogos
motivacionales para interiorizar en nuestras vidas.
Y a raíz de lo expuesto por el hijo de Rocky
¿Nuestras desgracias dependen de alguien que no sea uno mismo?
Probablemente muchas personas así lo creen,
que nuestras desgracias se originan por culpa de los demás y que somos víctimas
de una implacable sociedad individualista o incluso, que el destino no es y no
ha sido favorable desde nuestro nacimiento.
Sin embargo, me he planteado la siguiente
pregunta: ¿Nuestra sociedad influye en nuestra forma de pensar?, pues creo
firmemente que sí, creo que para nosotros es más fácil culpar o responsabilizar
a los demás de nuestros actos sin antes haber reflexionado sobre las
consecuencias de nuestros actos. Nos creemos seres perfectos sin capacidad de
cometer errores.
Por lo expresado en líneas anteriores, es
evidente que mostramos una baja capacidad de autocrítica, manifestamos una
pasividad para reflexionar sobre nuestros errores y aquello es notorio cuando
expresamos frases como: “los extranjeros nos quitan el trabajo”, o cuando
tiramos basura a la calle y justificamos nuestro acto diciendo: “¡ups!, se me
cayó”, “no es ensuciar las calles, es darle más trabajo a limpieza municipal” o
simplemente “no es mi distrito”.
Y
entonces, ¿Existe remedio para dejar de culpar o responsabilizar a los demás por
nuestros actos?, pues, lo único que debemos hacer es tomar una actitud de
humildad, hacernos cargo de nuestros errores y corregirlos, centrarnos en
nuestros actos y tomar la rienda de nuestro rumbo, no nos esperancemos en que
alguien debe resolver nuestros problemas; quien los debe resolver somos nada
más y nada menos que uno mismo.
Para
finalizar, no nos centremos en lo negativo de nuestros actos, démosle prioridad
a lo positivo, ¿Qué podemos hacer por nosotros mismos para crecer como personas,
como profesionales o como amigos?; evita juzgar ti mismo y a los demás y
simplemente vive tu presente.